viernes, 20 de agosto de 2010

DÍA DEL JUBILADO

POR: Mario Atahualpa García Zúñiga

Señoras y señores:
Sólo la gentileza de mis compañeros de la Directiva de la Federación de Jubilados y Pensionistas de Cotopaxi hace que tenga ese honor de dirigiros la palabra en esta fecha tan especial que celebramos el DÍA DEL JUBILADO, fecha que fue signada el 18 de julio de cada año pero por motivos ajenos anuestra voluntad hemos tenido que adelantarlo y solemnizarlo con esta sesión que cala muy hondo en el espíritu de los presentes.

Considero que los jubilados somos un grupo de seres que realizaron una jornada de trabajo de treinta, cuarenta y hasta cincuenta años entregados a las dependencias fiscales, municipales o particulares, en donde dejamos nuestra juventud, nuestro esfuerzo, nuestras iniciativas como un aporte maravilloso para que se vayan cimentando y desarrollando las instituciones y se vayan fortaleciendo la sociedad y la Patria.

Al iniciarnos en el trabajo abrimos los surcos más profundos de la fe y la esperanza en los distintos campos que nos tocó trajinar y allí dejamos sembradas nuestras manos y nuestras mentes en el servicio a la ciudadanía, en la formación de la niñez y juventud, en el manejo y movimiento de maquinarias, en el tratamiento de enfermedades y dolencias, en la concepción y construcción de edificios, en la atención de los servicios básicos que demandan los habitantes de una ciudad, cumpliedo siempre con amor y responsabilidad, recogiendo las experiencias en el cuenco de nuestro corazón y haciendo del trabajo una plegaria o un himno que día a día lo hemos elevado a Dios y a los Hombres.

Las experiencias que hemos vivido, en nuestro trabajo, han sido momentos y espacios que nos deparó la vida; algunas han sido amargas, otras de satisfacciones, muchas de realizaciones muy significativas que han merecido el reconocimiento momentáneo pero que han quedado cifradas en nuestro corazón para en el ocaso de la vida recordarlas y saber que hicimos algo extraordinario, y como ruiseñores cantarles a nuestros nietos en leyendas de miel con palabras cortas llenas de amor y de esperanza.

Gracias a la iniciativa de aquellos sociólogos humanitarios que rechazaban la explotación del hombre por el hombre, y que veían como el trabajador después de años de sudor y lágrimas quedaban abandonados, enfermos y achacosos sin más recursos que sus años vividos, crearon la seguridad social que poco a poco ha ido perfeccionándose y abarcando más campos de protección para el trabajador que ha cumplido con ciertos requisitos de aportación y edad y hoy podemos decir que nuestra Institución Social es la más sólida de cuantas existen en el País necesitando ella de una conducción inteligente, desinteresada y centrada en el servicio de quienes aportamos, como afiliados o jubilados y que en resumidas cuentas somos los dueños del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. De ahí la preocupación de las transacciones que se han dado últimamente entre el IESS y el Estado que aspiramos sea dentro de los cánones que demanda la Ética y la Moral.

La palabra jubilado viene de júbilo que interpretamos es la persona que ha ingresado a un campo de paz de tranquilidad de armonía consigo mismo y con la naturaleza, que ha dejado atrás todo lo que significa preocupación, responsabilidad, que de sus manos brotan lozanas flores de amor, desprendiéndose de los cardos del odio ciego e insano; que está dedicado al cultivo de los más elevados valores humanos, haciendo honor a las experiencias más variadas acumuladas en sus años de vida y que goza del bienestar de su hogar en compañía de todos sus seres queridos.

Este es el anhelo que tenemos quienes hemos entrado a esta nueva etapa de la vida pidiendo al Todopoderoso difunda sus rayos luminosos en nuesatras vidas; nos levante el ánimo caído, dé aliento a nuestro vigor desmejorado, sea bálsamo en nuestro pecho lacerado, dé nueva vida al corazón helado porque nuestra alma y nuestro cuerpo perdieron parte de su lozanía, su ilusión y su alegría; por eso, en esta tarde demando afectuosamente a nuestra sociedad que comprenda el deber y la responsabilidad que tienen para con el jubilado, para aquellas personas que dejaron parte de su vida y allanaron el camino para las futuras generaciones; que tienen la obligación de atendernos con agilidad, comprensión y cariño, que tienen que velar celosamente nuestra salud y nuestras vidas, que tienen que reconocernos una pensión justa para que nuestra estadía en este mundo, esté matizada de dignidad y sosiego, mitigando las angustias de la vida. Que nos hablen en dos idiomas: La Ley del Anciano, Plan de Atención al Adulto Mayor.

Señores, aquí estamos de pie, serenos hermanados con el ocaso, cantando un himno a la vida, mirando las mañanas claras y las tardes tristes, esperanzados por un mañana mejor para todos, siendo testigos de los cambios vertiginosos del tiempo, las ciencias y las artes y gozando de la calidez de nuestro hogar y las travesuras y alegrías de nuestros nietos; porque el jubilado es un ser de creación, de iniciativas y de realizaciones, mientras Dios nos mantenga con salud y vida.
************************************
El señor Mario García, de la Asociación de Profesores Jubilados de la Provincia (UNEJ-NC), tuvo su lucimiento en la sesión solemne por el Día del Jubilado ecuatoriano, que se realizó en el local de la Asociación de Jubilados "Latacunga" el 16 de julio, con la participación de las Asociaciones de la Provincia de Cotopaxi; esta sesión fue organizada por la Federación de Jubilados y Pensionistas de Cotopaxi, con su Secretaria General la señora Elsa Ordóñez Moral. Tuvo especial participación el Coro de los Profesores Jubilados de Cotopaxi, que interpretó cuatro hermosas canciones del florilegio ecuatoriano.