domingo, 19 de julio de 2015

DÍA NACIONAL DEL JUBILADO

HOMENAJE A LOS JUBILADOS EN SU DÍA

Gabriel Ordóñez Nieto
18 de julio de 2015

Han pasado los días en diluvio
y sin tener de todos, el recuerdo claro,
estoy como hombre........¡ya maduro!

Madurez: estación del inconcluso itinerario,
atavío de secos arroyuelos en el rostro,
remanso teñido de otoño y en sosiego,
furia cautiva del tranquilo pensamiento,
rescoldo de pasiones que a su tiempo
¡indomables! parecieron ¡indomables!
Fragmento:
Bruñido Canto
Autor: GON

Para permanecer en el marco de la paradoja de la existencia comprendamos que lo nuevo de la vida es la vejez, lo joven ya es lo viejo. Madurar a fondo es seguir el ciclo de la vida hasta sus últimas consecuencias, llenar los años de vida, es la forma de tomar nuestra existencia en serio. El  valor y el sentido más profundo que el hombre puede dar a la vejez es aceptarla. La aceptación, sin embargo, no significa rendición ni sumisión. Por el contrario, el hombre claudica ante la realidad cuando no la acepta. Y claudica no por rebelde, sino por pretender ignorar o desconocer su propia condición transitoria.

El desgobierno de la revolución ciudadana ha irrespetado y ha marginado a hombres y mujeres de la tercera edad que se acogieron al derecho de la jubilación, pero no, distinguidas amigas y amigos, no ha rechazado el cabello cano, ni el andar pausado, ni las arrugas de los rostros lo que ha discriminado y ofendido es a la experiencia y la sabiduría. En efecto los jóvenes lucen como lámparas que dan fuego y calor, los viejos somos faros que irradiamos luz; los primeros descubren piedras en el camino e impiden los tropiezos, los segundos iluminamos la meta en la montaña y evitamos el extravío.

El desgobierno de la revolución ciudadana desconoce que los jóvenes son la nube, que a través de la lluvia, fertiliza los campos pero que los viejos somos el mar que llena el cielo de nubes tal como la vida al fluir del cuerpo vuelve al espíritu.

Para hablar sin eufemismos me olvidaré de la tercera edad y diré que los viejos, a diferencia de los jóvenes, que ponen semillas en el surco y esperan el fruto, extendemos los brazos con las manos abiertas, llenas de plegarias en pos del lucero, del infinito en calidad de orfebres de la fe que purifica, transforma y perpetúa.

Ya no estamos en la etapa del poder ni lo ambicionamos, ya dimos lo mejor de nuestro tiempo, talento y energía, ya servimos a los hijos, la sociedad y la familia; ya dejamos la impronta de nuestro coraje y nuestra fuerza en el mundo en que vivimos, que no es el mismo que recibimos ni será el mismo que dejarán los viejos que nos reemplacen cuando hayamos enfrentado el destino ineluctable de la finitud de la vida. Pero no hemos terminado. Aún tenemos sueños y alegrías. Aún tenemos arrestos para decir a los gobernantes que se equivocan y mucho cuando alimentan con fervor la contradicción de querer vivir sin envejecer. Los seres humanos como todos los seres vivos nos desgastamos con los años. “Deteriorarse es el impuesto que se paga por el privilegio de vivir” y como si esto fuera poco nos quieren clavar impuestos a la herencia y plusvalía.

Más de 400 mil jubilados ecuatorianos estamos enfrentados a un gobierno que padece problemas económicos por una política económica que ha privilegiado un gasto público sin medida ni control y al quedarse sin recursos ha implementado recortes tanto en el  presupuesto como en ciertas inversiones, lo cual está bien pero, además, ha echado mano a dinero que por ley no le pertenece, es de los afiliados y ha suspendido aportes históricos en favor de las jubilaciones.

Se ha hecho tabla rasa de los derechos constitucionales que amparan a los ciudadanos, han torcido opiniones vinculantes de la Procuraduría General del Estado, han ignorado los argumentos del propio IESS y de connotados juristas del país, se han burlado del dolor y la angustia de miles de ciudadanos de la tercera edad despojados, de la noche a la mañana, de sus pensiones. Reducir la calidad de vida alcanzada al cabo de 30 o más años de servicio en el IESS, a una precaria satisfacción de techo y comida, es condenarlo al sufrimiento y la depresión con todos sus peligros. Países que adoptaron el capitalismo salvaje para manejar sus economías ya vivieron la tragedia de jubilados maltratados. ¿Así se entiende la igualdad ante la ley? ¿Esta es la supremacía del ser humano sobre el capital? o ¿Es la antesala para suprimir el pago a todos los beneficiarios de la jubilación patronal? Un gobierno supuestamente abanderado de las causas humanas ha colocado a los adultos mayores al filo del despeñadero. Para evitarlo debe ordenar la restitución inmediata del derecho.

Pero es una necedad esperar que las instancias legales o de control se pronuncien contra las tesis impulsadas por el gobierno y las instituciones dependientes o autónomas que controla. Encontrar funcionarios, obedientes y desalmados, para firmar cualquier resolución, contra derecho incluso, no es imposible. En el caso de la suspensión del pago de la pensión patronal vitalicia a extrabajadores del IESS, la argumentación jurídica ha sido interpretada por instancias de la Contraloría para emitir un informe borrador endeble, sin la motivación legal suficiente.

Los exservidores del IESS son, salvo las excepciones de la vida, personas honestas, profesionales la mayoría que dejaron todo en sus respectivos trabajos y se retiraron luego de 25,30 o más años de trabajo con la esperanza de gozar de una pensión que garantizara la aceptable calidad de vida alcanzada durante su vida activa con esfuerzos y trabajos adicionales. Reducir sus pensiones es condenarlos a la precaria satisfacción de techo y comida y a la tortura psicológica proveniente del estado que acortará sus años de sobrevida. Y claro no serán incluidos como pobres porque ganan más de dos dólares al día. ¡Solo Dios debe fijar día, hora y lugar de las muertes humanas y no la revolución ciudadana, ni su gobierno!

Ante esta mentalidad, en un mundo donde la vejez no encuentra su espacio, la valentía se vuelve la virtud de la vejez. Y la primera valentía frente a esta mentalidad es la de reconocer el paso del tiempo y rescatar la hondura que trae la vejez consigo. La valentía es, señoras y señores, ingrediente fundamental para la defensa de la dignidad, vale asegurar entonces que sin valentía no hay dignidad y nosotros estamos de pie en defensa de nuestros derechos, un grupo incluso expone su vida en una huelga de hambre que merece nuestra admiración y respaldo. Esta medida extrema no ha sensibilizado ni a las autoridades del IESS ni del gobierno central.

Para nosotros, los valerosos actos del pasado, el esfuerzo desplegado para mantener en crecimiento al IESS y consolidarla como la más importante del Ecuador no pueden ni deben ser un sofá para el descanso sino un trampolín que nos impulse día a día en una lucha que se ve difícil pero no imposible. Procuremos ser padres de nuestro porvenir antes que hijos de nuestro pasado.

Heráclito, uno de los filósofos de la naturaleza que vivió 500 años AC dijo: “Nada es permanente excepto el cambio” no se puede, digo yo, bajar 2 veces al mismo río porque aunque lo hagamos un minuto después seremos un minuto más viejos y el agua ya no es la misma, nuestro instituto ya no es el mismo, se ciernen muchas amenazas que buscan su disolución, nos compete a todos actuar con lo que tengamos a mano para defenderlo. Siempre será posible ofrecer algo como aquel colibrí de la fábula que al mirar el bosque en llamas y a todos sus habitantes huir despavoridos decidió acudir al estanque más próximo, colocar una gota de agua en su pico y volar en procura de sofocar el fuego. Todos le decían que el esfuerzo resultará inútil pero el colibrí, tozudo y valiente dijo: es lo todo lo que puedo hacer y lo seguiré haciendo hasta apagar el incendio.

Amigas y amigos jubilados al felicitarlos por su día y desearles felicidad no puedo dejar de insistir en la invitación a honrarnos con su presencia en la lucha por un Instituto enmarcado en la Constitución, justo, equitativo, solidario y respetuoso de todos nuestros derechos.